La voz interna

sábado, 21 de enero de 2017

EN LA CAMA AÚN QUEDAN PARTES DE UNA MUJER






En la cama aún quedan partes de una mujer


Son partes imperceptibles, en casi todos los sentidos, y aun así están allí de forma incuestionable, intolerable; imposible dormir otra noche con el sudor de  una mujer ausente...

Lo primero que se llevan son los zapatos: uno infiere que no se quedarán mucho tiempo más porque los armarios  se quedan con una o dos chancletas, unas pantuflas viejas y las bombachas rotas del cajón; pero no se llevan todo, te dejan justamente eso, lo que está dispuesto a joderte el recuerdo, la fotografía en sepia de lo que serán en un tiempo. 
Por eso las mujeres cuando se esfuman, lo primero que venden es el colchón y con él, la cama, y si pueden la alfombra, y se compran zapatos nuevos para pisar por donde anduvimos y recordarnos que aún tienen tacos para salir corriendo, para perder alguno en los callejones y esperar que un nuevo vagabundo se enferme por encontrarla, con una suela en la mano y una carta de recomendación.
Cuando cierran la puerta, en la cama quedan presunciones de mujer, unas gotas que se adentran en  la espuma del colchón; de noche salen a recordarte que estuvieron ahí, te anudan la garganta, te sofocan para que no puedas dormir y las recuerdes aún más. Dejan el perfume en la almohada, para que no se te ocurra que puedes olvidarlas.


Conocí a algunas que se fueron sin dejar nada, ni un alfiler, como si nunca hubieran estado ahí. Uno mismo llega a dudar, si estuvieron en verdad, mira desconfiado las patas de la cama e intuye que por algo están un poco más gastadas. Uno se palpa los bolsillos constatando que no le falta nada, uno tiene el impulso de hacer la denuncia, de escribir una carta de amor sin destinatario, de salir gritando: ¿dónde estás?
Por momentos uno regresa a los lugares de siempre, a las dudas reales de ausencias no constatables, hasta que pasan unos tacos de ladrona, despiertan con su aullido la memoria y nos pasan de largo como nos pasan por dentro, nos pisan el alma como pisan cemento; es entonces cuando sin razón ni aliento, uno recuerda que pasaron sin dejar nada, nada más que un vacío bajo sospecha de no poder ser colmado.


 
Código de registro: 1701230426873

: 23-ene-2017 3:45 UTC

2 comentarios:

  1. Hermoso relato, leerlo de principio a fin es un placer.

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    1. Gracias Yulyl, que bueno que comentes y que te gustara. un abrazo :)

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