La voz interna

sábado, 15 de diciembre de 2018

Retorno.

Retorno.


A lo lejos, circular,
se balancea parabólica,
mujer curva
en líneas infinitas.

Yo que detesto lo estridente,
que lamento los vértices
y me duelo de lo áspero,
la deseo como si ella misma me combara,
con sus pechos en meandro,
de elíptico despliegue,
en amacar interminable.

A lo lejos reclamo a una muchacha,
que jamas sabra de mi desvelo
y si tiene a bien el tiempo
aunar puntos improbables
en gestos concomitantes,
el goce y el deseo
en convexo impenetrable.

Yo que detesto romper lo perfecto,
me conformo con lo nunca eterno,
el ir y devenir,
de una muchacha mecida en la hamaca,
que acerca y aleja el sabor de acariciarla.

MCMLXXX



MCMLXXX

Se reduce con el tiempo,
es el mundo maquetando,
armándose de pequeñeces.
Eso nos hace ver impresionantes,
robustos,
perezosos,
ancianos.
El mundo se despliega a su interior,
un balde fue una picina,
un año atrás, un mar,
minutos antes, un océano.
¿Cuando la memoria era intangible?
El útero fue un universo.
de ahí...
de ahí todo tiende al acto jibaro.
La inmensidad donde corrí
décadas infinitas de niñez,
es una pequeña casa
que pronto nevará,
en su esfera de cristal.
Los baldíos impenetrables, como selvas,
cómo labios sellados por la aventura,
son hoy reductos donde se amotina el progreso,
filas indefensas de columnas,
obreros trapecistas del futuro.
Pero nada como las manos
de gigante, las alas de hada
o los ojos de mi abuela,
grava bajo la grava
tierra bajo la madera.
Nada como darle la vuelta
en una tarde entera,
nada como saberla interminable.

El mundo tiende al recinto,
al apartado de un par de cuadras,
de donde huyen, fantasiosos, los turistas.
El mundo tiende a lo predecible,
al tic de vida segundero,
al TOC en punto, de muerte.

martes, 27 de noviembre de 2018

TOKA2

Tocamos el nervio de lo real
y nos dolió en el músculo de lo inconsciente.
—nos— —amos—
y seguia diciendo,
como si ignorara que, con cada decir, más alejaba.

Por un momento te levito sobre mi,
me llueves o me ahogas,
no tardas en tomar espesor,
en adquirir forma,
y pesas lo que pesa la memoria,
La me/moria.
Esa huesa que es la melancolía; la me la dolía,
incluso sepultada.

Tocamos el nervio de lo real,
nos dolia el músculo de lo inconsciente.
Ahora solo quedaba, solo, me quedaba,
con el lastre insoportable de tu nombre,
la distancia i/rreparable de nombrarte.

Me pregunto
¿Debía mantenerte aprisionada?
Porque entonces estaba lo que no estaba;
a/presión/ada.
ahora que no estas, eres más,
mucho más, nítida presencia,
pre esencia de lo que estaba.