La voz interna

miércoles, 28 de diciembre de 2016

HUMANIDAD

HUMANIDAD

 

 

—Mételo a la ducha, si se pone rebelde; ahí tiene la puerta —su cara decía: que no aguantaba un pedo en el culo, le mostré los pocos dientes que me quedan.

—Mételo vos si sos tan crack —le contestó el guardia que me arrinconaba y corría la cara

Y siguieron un buen rato pasándose la pelota de mano en mano, yo (la pelota) me dedique a rebotar por las paredes, abrir las alas y dejar que mi olor a humanidad los alejara,
Casi no quedan humanos que se amen, la humanidad está aca, intacta, sin perfumar, sin lavar, sin nada más que humanidad y trapos desechos que huelen a más realidad que todos los trajes del mundo.

Cuando la conocí yo no sabía casi nada de humanidad, me cepillaba los dientes o sorbía café en los bares, me escapaba del frío y del calor como si no fueran parte del mundo, pero: la conocí.
Supe el día que la encontré, tirada en el escalón de mármol de la biblioteca municipal, que no se trataba de cualquier mujer, me despertó el mismo instinto que supongo tenía muy en claro Luis XIV: lo que algunos llaman hedor es el verdadero olor de los hombres.

La ame, primero la ame desde una distancia prudente, desde mi jabón de tocador, desde mi ropa planchada, pero no tarde en amarla desde su lugar, desde los colchones hechos con cartón y las almohadas de lata, entonces si que la ame. la ame de igual a igual, nos cogimos media ciudad haciendo que se escandalizaran las señoras y nos insultaran de lejos los pitucos.

Con el tiempo gane algo más que el amor, gane un escudo contra los hipócritas, una defensa infranqueable contra los duelos del orden, una libertad absoluta, una casa enorme de mil baños y una venta siempre abierta por donde contemplar las olas.

Ella ( no se su nombre) fue libre mucho antes, ni siquiera estaba completamente aquí, alguna parte de ella estaba más allá de todos nosotros, aun de mi, de mi amor incondicional, jamás me dedico una palabra, ni tan siquiera una letra. su libertad estaba aun mas allá de mi comprensión y así aprendí a entenderla con gestos y ademanes, con abrazos que curan el frío, con restos que matan el hambre.

—No tengo toda la noche, te metes al agua, o te vas a la mierda.—La busqué con la mirada para que escapamos juntos de ese refugio podrido— tu amiga se baño, ¡mira hay viene! hecha una señorita

—¡Noo! — Corrí al baño, aguante la respiración al pasar por al lado de "la señalada" y la busque en la repisa, en la ventana, la encontré por fin ; escurriéndose por el desagüe de la ducha. Casi no pude, o no fui capaz, de despedirme. la vi partir escaparse entre la maraña de pelos, se que ese día yo también. perdí la ultima parte que me quedaba de humanidad

Código de registro: 1701230433802

: 23-ene-2017 23:35 UTC

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